Tan solo pido que me escuches. Porque tú no sabes escuchar, papá. No sabes escuchar aquello que no quieres oír.
No quieres aceptar que yo soy distinta a ti, que no pienso como tú. No soy tan obsesiva, yo no dejaré que nadie ni nada me controle tanto como a ti te controlan... Pero tú no te das cuenta. Estas convencido de que ahí se encuentra la felicidad. Y no solo la tuya, sino la de todo el mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario